Espacio Literario


NAVEGANDO EN TEMPESTAD Y REFUGIO

Cuando al mar de la vida se le encrespan las olas
cuando el mar del destino se vuelve montañoso
solo espero que mi pobre barco no se rompa

Pues cada tabla un año me llevó darle forma
pues su cierre lo hice con esmero
dediqué mucho tiempo formando esta nave
esta humilde pero formidable nave

Si mi nave no se rompe
si mi nave da la vuelta
no me importa
pues con un poco de aire
con esto mi alma se conforma
y por eso huyo de mi tribu

Los que quieren que llene mi nave
que la llene con vanas cosas
y esa es la historia de mi vida

Quiero llegar a nuevas costas
y en ellas ser comprendido
que me hablen en lengua inteligible
inteligible sólo para mi conciencia
también me puedo perder
pero no pierdo nada
pues yo sería un ser sin par
como un día sin amanecer
nadie de su existencia se percató

Y ahora llego a estas costas
¡Qué tierra tan extraordinaria!
¡Qué orilla! ¡Qué valle!
Cuan sus ríos bajando por sus pechos,
así la sonrisa de su sol y su luna
a través de sus misteriosas nubes.

Miro ahora mi barco sin apenas daño
Pero daño en mi pecho por todo
Todo cuando sufrí, todo cuanto hice
Ahora estamos aquí, y mi sueño es.

 Jose Antonio Ruíz.





             





Transcurría el año 2047. La Tierra se había convertido en una sola nación. Un gobierno mundial llevaba las riendas de éste, nuestro
planeta. Un planeta donde el mestizaje, la fusión de razas y culturas había llegado a su cénit. Un planeta donde lo importante ya no era sólo manejar dinero, amasar fortunas, sino la información. Pero ambas cosas formaban parte del poder y los poderosos ambicionaban las dos.
Se diría que la una sin la otra no podían existir.
El hambre no se había erradicado, las injusticias sociales eran más patentes que nunca. Se diría que el progreso consistía en tecnología, pero sólo en eso, porque los seres humanos no eran más civilizados que
sus antepasados, si por civilización entendemos, sensibilidad,
cultura, ética. Todavía existían los señores de la guerra y los ciudadanos estaban más controlados. Todo, absolutamente todo, estaba informatizado. Si alguien, no cualquiera, quería saber algo de otra
persona sólo tenía que acceder a la base de datos. No existía la intimidad y la libertad era sólo un derecho escrito en un papel. La
gente marchaba por las calles como manadas de animales sin fijarse mucho en los demás y sin hacerse demasiadas preguntas. Podían ir a su trabajo, a su casa o a cualquier otro sitio, pero todo lo hacían por inercia, como robots.
El gobierno mundial ha impulsado mucho la carrera espacial y algunos satélites como la Luna, habían sido colonizados. Allí se hacían toda clase de actividades. Por un lado, servía para realizar investigaciones de corte científico y por otro el resto de la gente que allí vivía, a parte del personal que se dedicaba a las anteriores
labores, realizaban la misma vida que se podía hacer en la Tierra:
trabajaban en plantas industriales, granjas, en el sector servicios...
Todo era prácticamente igual que en la metrópolis y cada cierto tiempo, cuando disponían de unos días de vacaciones, podían satisfacer la nostalgia y la más absoluta soledad que en ellos producía contemplar el globo terrestre desde el espacio, a miles y miles de kilómetros, de su verdadero hogar. Porque en el fondo eran eso, colonos, extranjeros en una tierra inhóspita y ajena a ellos. Nadie había venido allí por placer, sino impulsados por diversos motivos,
ninguno de ellos agradable.
Una parte de la población que habitaba el satélite eran los denominados ciudadanos X. Se les llamaba así porque a alguien se le
ocurrió que esta denominación era la adecuada al comparar la situación de éstos, con la resolución de un problema de álgebra, donde había una incógnita que despejar y hallar una solución relacionada con la idea
de identidad. Eran sujetos, traídos expresamente de la Tierra para reinsertarlos o integrarlos en la sociedad.
Algunos habían cometido delitos contra la ley, habían robado, matado o simplemente no seguían algunas de las normas que el sistema del gobierno mundial imponía. Éstos últimos eran los presos políticos, y en otro grupo se encontraban aquellos que no habían cometido ningún delito, pero que tenían diagnosticada alguna enfermedad mental, eran
los que vulgarmente se les llamaba locos.
Los X normalmente trabajaban según sus aptitudes y su situación, pero la mayoría era destinada a hacerlo en plantas industriales.
La policía, tanto la política como la otra y los militares, también cumplían su misión. Vigilaban muy de cerca todos los pasos de los ciudadanos X. En realidad no se entendía muy bien como grupos con situaciones distintas: asesinos y rateros disidentes y enfermos, podía entrar dentro de un mismo conjunto, pero las cosas eran así y de ese
modo había que actuar. Era la ley.
En una de esas plantas industriales trabajaba Violeta, tenía diagnosticada una enfermedad mental. La jornada constaba de siete horas ininterrumpidas, con un descanso de veinte minutos. Aquella mañana tenía cita con su psiquiatra. Éste era un joven médico que acababa de llegar de La Tierra. Violeta no le conocía, iba a ser su primer encuentro con él. Era lo que se decía normalmente un novato, pero con una cierta sensibilidad y algo displicente con las normas.
Podría decirse que él mismo esta rozando el límite del tipo X como otros tantos que eran aceptados como "normales" o "satisfactorios", según la jerga del sistema establecido.

Capítulo I

Violeta estaba citada a las diez y permanecía sentada en la sala de
espera. Enseguida la hizo pasar.
-¡Hola! ¿Qué tal? Me llamo Hiro Yamamoto. Siéntese o mejor te tuteo, veo que eres bastante joven...Ah! Sí. Tienes deicinueve años, lo dice tu historial. Lo he leído. Por lo que aquí dice entiendo que tuviste una depresión con un cuadro paranoide.¿No es cierto?
-Sí. Es cierto.
-También dice que te has recuperado satisfactoriamente pero que no es
conveniente darte aún el alta. Bien ¿Y tú que opinas? ¿Cómo te encuentras?
-Bien-.Respondió Violeta.- Pero no comprendo por qué tengo que continuar en este lugar. Como usted ha dicho ya me he recuperado.
Quiero volver a La Tierra y continuar mi vida.
-Verás, eso sucederá, pero no quiero  arriesgarme a que puedas sufrir una recaída. Esperaremos un cierto tiempo. Bien ¿Qué haces a lo largo del día? ¿Cómo es tu vida?¿Qué tal en el trabajo?
-Por la mañana voy a la planta y trabajo. Luego voy a la casa y estudio, oigo música. Trato de hacer cosas que me gustan.
-¿No tienes amigos?
-Sí. Pero no tengo mucho contacto con ellos.
-¿Por qué?
-Últimamente estoy algo retraída.
-¿Y a qué se debe?
-No lo se. Me apetece estar sola, conmigo misma. Además ellos también tienen sus ocupaciones.
-Entiendo. Bien, creo que es suficiente por hoy. Encantado de conocerte. Ya se te avisará para la próxima cita. Hasta luego,
Violeta.
-Adiós, doctor Yamamoto.
Cuando Violeta se fue, Hiro se quedó pensativo, reflexionando sobre aquélla que había sido su primera paciente en aquel paraje que parecía un lugar de destierro, una tierra de Nod, a pesar de toda la
publicidad que se le hacía para que la gente fuera allí a establecerse y se presentara como un paraíso, como una Nueva América, llena de oportunidades. Estuvo analizando y llegó a la conclusión de que Violeta estaba un poco triste en el fondo, pero no era patológico y algo dentro de él deseba averiguar que era lo que le producía esa
melancolía. Dejó de pensar y pasó a repasar el historial de otro paciente y como quitándole importancia se dijo: "Todos estamos tristes alguna vez. No existe un estado de felicidad permanente".

Capítulo II

En uno de los restaurantes, uno de tantos que se encontraban en la colonia, se hallaba sentado en la barra, uno de los policías
destinados para vigilar a los ciudadanos X. Su nombre era Philippe Doyle, había nacido en San Franciso y se había educado en la calle.
Había desempeñado multitud de oficios, desde camarero, agente de seguros, detective privado...hasta ingresar en el cuerpo de policía.
Era un hombre sin ambiciones y no trabajaba por vocación. Hacía las cosas porque había que hacerlas y no le daba más vueltas. Simplemente cumplía. Si había decidido entrar en el cuerpo, se debía a la
seguridad que ese trabajo le proporcionaba. Y nada más. Era un gran bohemio, bebedor de bourbon y un escéptico. No creía en nada, sólo en sí mismo. Era duro y no se dejaba amedrentar. Se llevaba bien con sus
compañeros y todos sabían que era un buen profesional. A pesar de todo, como el resto de los mortales, era vulnerable, pero quizás
deseaba esconder esa parte de él que casi nadie conocía.
Aquel día estaba de descanso y permanecía abstraído, comiendo, cuando llegó uno de sus colegas, aunque él no consideraba colegas a los de la policía política, los despreciaba.
-¡Eh! Philippe¿Qué haces?¿Vas a ir al pub esta noche? Han llegado chicas nuevas.
-No lo se. Estoy algo cansado, quizás vaya ¿Qué tal por el Mar de la Tranquilidad?
-Pues verás, no muy tranquilo. Parece que hay un rumor, algo les pasa
a esos hijos de perra.
-¿Problemas con los de tu sección?
- Verás, no es mi sección, los X disidentes no son los únicos que buscan gresca, los tuyos también están alterados y los otros...Esos ya, ni hablar. Hay rumores de huelga en la planta en la que trabaja ese imbécil de Charles. ¿Sabes? Me he enterado que está repartiendo panfletos subversivos. Y lo más gracioso es que los demás no sólo los leen, sino que se están organizando para parar la producción.
-¿Y cómo es que os habéis enterado ahora, cuando ya parece que la cosa no tien remedio?
-Son listos, los condenados. Pero van a pagar. Te aseguro que como hagan la huelga la cosa se va a poner muy fea.
-Tendrá que entrar el ejército.
-Y vosotros también.  Creo que van en serio. Son casi un millar ¡Imagínate la que se puede organizar!
-¿Por qué quieren la huelga?- Preguntó Philippe.
-¿Que por qué? ¿Eres tonto? No quieren trabajar. Quieren irse a sus
casas. Bueno, es más complicado, quieren una revolución.
De pronto a Philippe aquélla palabra le zumbó en los oídos, era como si se hubiese quedado paralizado y como si se repitiera igual que un eco sordo. "Revolución". Pensó. Le sonaba de algo, quizás la había oído en la calle, o en un bar, o en una película muy antigua o en algún libro de Historia. "Revolución". No lo comprendía.
-Sí, Philippe.- Continuó hablando en policía político.- Quieren una revolución. ¡Pero qué chalados están! Tenemos un gobierno, tenemos
nuestros derechos, libertad, igual de oportunidades, progreso, bienestar; quieren tirarlo todo por la borda.¿Sabes a quién han
sacado?
-No.¿A quién?
- A Marx. Y no sólo a él, sino a Bakunin, Proudhon, Rousseau y a un montón de gente que no conozco ni me interesa conocer. Tengo aquí uno de los panfletos, afortunadamente tenemos agentes infiltrados. Toma, léelo y te enterarás de toda esta bazofia.
-¿Para cuando se prepara?-Preguntó Philippe.
- No estamos seguros, pero será pronto. Bueno te dejo, como verás yo hoy no tengo el día libre. Que te diviertas esta noche.¡Hasta luego!
-Adiós.- Respondió Philippe.

Capítulo III

Violeta se encontraba en casa de Charles. Eran amigos, uno de sus mejores amigos. Ella estaba al tanto de todo y había colaborado
haciendo los panfletos. Aquélla noche había sido convocada una reunión secreta. Estarían presentes aquéllos que había sido elegidos libre y democráticamente por todos los trabajadores de cada sección de la
planta. La tristeza que Hiro, su psiquiatra había detectado, tenía un buen motivo: estaba preocupada y algo melancólica por todo lo que iba a ocurrir. En realidad, tendría que estar animada, contenta y en el
fondo lo estaba por lo que se estaba haciendo, pero se entristecía cuando veía el estado en que estaba todo, cómo se violaban los derechos más primarios del hombre, la falta de humanidad en la política. En la política de alto rango, no en la que ellos hacían, pues en verdad ni siquiera podía llamarse así, pues esa palabra había
estado y estaba tan vilipendiada durante tanto tiempo que había perdido su sentido original, cuando los griegos la inventaron y los políticos eran los ciudadanos libres, de la polis, que se reunían en el ágora para discutir y resolver los problemas que se planteaban. Más que políticos, eran filósofos, de hecho para Platón sólo el sabio, el filósofo, era el que puede ser un buen gobernante y éste es sabio porque reúne unas virtudes y por desgracia, por norma, pensaba Violeta, casi todos los políticos que conocía carecían de ellas, por
no decir todos.
Todas estas cosas pasaban por la cabeza de Violeta, pero no tenía miedo, sólo un cierto nerviosismo por lo que iba a ocurrir. Y conforme iban llegando sus compañeros, la tristeza desaparecía y la alegría y el entusiasmo iban creciendo dentro de ella.
Allí estaban: Tristán, un joven profesor de filosofía que había sido deportado a la colonia por sus ideas políticas, Ricardo, un hombre maduro que había sido mercenario pagado por el gobierno para dirigir
maniobras militares en diversos lugares del planeta y que por haberse negado en una ocasión a participar en una misión, había caído en desgracia y ahora ya no era considerado como un valioso guerrero sino
como un asesino a secas, aunque quizás era eso lo que había sido durante toda su vida. También estaban Leonardo, un joven polifacético que tenía diagnosticada una psicosis y Hassan, un ladrón de poca monta
y de gran corazón. "Bien, allí estaban todos. Ya podía comenzar la reunión".- Pensó Violeta.
Se sentaron alrededor de una mesa que estaba en el salón de la casa y Charles comenzó a hablar:
-Compañeros, el motivo que nos impulsa a estar aquí esta noche se debe a que el tiempo, desgraciadamente, apremia. Uno de nuestros agentes ha detectado una filtración: lo saben.
-Es normal que lo sepan, nos tienen vigilados día y noche.- Respondió Tristán.
-¿Se sabe quién es?- Preguntó Hassan, preocupado.
-Sí. Pero él no lo sabe, ni ellos tampoco. Creen que somos imbéciles.
-Nos están infravalorando.-Dijo Ricardo.- Yo soy mucho más listo que
esos jodidos policías y sus jefes. Un mercenario es peligroso, muy peligroso.
-Bueno, es cierto que no son muy inteligentes, pero tampoco hay que descuidarse.
-Querida Violeta.- Dijo Tristán.- El dia en que encuentre a uno de esos individuos que tenga un mínimo grado de esa cualidad, lo
consideraré de nuestra causa, y no hablemos del contenido que encierra la palabra inteligencia, no es inteligente una máquina que tenga la capacidad de hacer toda clase de operaciones matemáticas, ni que
encierre todo el saber de una enciclopedia sin ton ni son, debe haber también sentimiento, un mínimo de sensibilidad y de honestidad y de eso es de lo que más carecemos en este mundo.
-Es cierto, pero vayamos al grano.¿Qué tienes que decirnos, Charles?-
Dijo Violeta.
-Tenemos que decidir el día que comenzaremos la huelga y si podemos contar con todo el mundo. En la anterior reunión quedamos en que todos informaríamos de la opinión del resto de los compañeros.
-En mi sección.-Dijo Ricardo.-Todos la apoyan.
-En la mía.- Respondió Hassan.- También.
E igualmente respondieron el resto de los miembros del grupo.
Hassan levanto el brazo e hizo una pregunta.
-¿No sería mejor hacer antes un comunicado a los que no saben nada de lo que pretendemos? Quizás podrían unirse a nosotros, Además la
negociación podría empezar antes de iniciarse la huelga.
-Hassan, no es por desilusionarte, pero creo que es ingenuo pensar en algo así. Ten en cuenta que donde estamos sólo existen dos clases de personas: nosotros y las fuerzas de seguridad..
-Sí. Pero.- Insistió Hassan.-¿Y los colonos que viven aquí y no pertenecen a esos dos grupos que tú has dicho?
-Esa gente no querrá saber nada. Nuestra libertad depende exclusivamente de nosotros. No comparten nuestros problemas.
-Bueno.-Interrumpió Violeta.- Quizás sea algo ingenuo pensar que se unan, pero nadie sabe lo que puede llegar a ocurrir. Hay mucha represión y un gran descontento que no está controlado ni archivado como síntoma de disidencia, pero que en un momento dado, ignoramos la reacción que todo eso pueda provocar en esa gente gracias a nuestra
actuación.
-Bien.- Dijo Charles.- Rigiéndome por el calendario terrestre, el día ocho de septiembre a las siete de la mañana, comenzará la huelga. Así debéis decirlo al resto de los compañeros.
Que nuestros sueños y nuestra esperanza nos acompañen y nos den el valor y la fuerza suficientes.
-¡Y la suerte!- Apostilló Ricardo.
-La suerte.-.Respondió Tristán.- La haces tú.

Capítulo IV

Cuando acabó la reunión, Violeta se marchó a su apartamento. Los habitantes de la colonia no tenían ningún contacto con el exterior. La atmósfera era irrespirable y vivían como si estuviesen dentro  de una burbuja aislante que les protegía y les proporcionaba todo lo que necesitaban para poder vivir con normalidad. Se trataba de que no echaran de menos La Tierra y disponían desde centros comerciales,
cines, teatros y toda clase de lugares para poder pasar el tiempo de ocio, hasta inmensos parques y mares artificiales.
Allí se trabajaba, pero también había lugar para la diversión y el esparcimiento. "En La Luna se vive mejor", era una de las frases
publicitarias para animar a que viniesen colonos. Y en realidad podría decirse que había más comodidades, pero nadie absolutamente nadie se creía el contenido de la frase. Todos deseaban volver: trabajar duro unos cuantos años, hacer dinero rápido y retornar al planeta para crearse un pequeño paraíso en aquel mundo que aunque ya un tanto agónico, tenía mucho que prometer. El sueño de muchos antes de llegar a dormirse era un paisaje verde, lleno de árboles con ríos, lagos u océanos.
Violeta también soñaba con la Tierra y una de las imágenes que solía tener antes de acostarse era la de un gran mar azul con arena dorada sin más límites que el horizonte. Desde pequeña había oído hablar de Australia, sus padres tenían amigos cuyos antepasados habían emigrado en otro tiempo allí, cuando era tierra con sed de hombres para poblarla y habitarla. Y había visto muchas fotografías e imágenes del continente y había leído sobre él. Para ella, ese era su paraíso.
Mientras caminaba por uno de los pasillos que le conducían a su casa, miró el reloj y vio que no era tarde, teniendo en cuanta que al día siguiente no tenía que trabajar y decidió entrar en uno de los clubes.
En la entrada había un portero, Violeta se identificó.
-Aquí no podéis entrar los de tu clase.
-¿Qué decía.- Le preguntó secamente un hombre con aspecto tosco.
-Que no puede entrar. Este lugar está reservado únicamente a los colonos y al resto del personal, pero no a los X.
-¿Y si yo respondo por ella?
-Ah! Bueno por esta vez...Las cosas cambian, pero no crea que puedo hacerlo. Los X tienen sus propios lugares.
El aspecto y la credencial de Philippe, fueron dos buenas razones que motivaron al hombre que estaba contratado para controlar al personal que salía y entraba por ese local.
-¿Y bien? ¿De veras quieres entrar?
-Ignoraba que este local fuese sólo para los que no están catalogados como X.
-¿A que sitio sueles ir?
-Al Casablanca, pero esta noche al ver éste nuevo quise conocerlo.
-Perdona, no me he presentado. Me llamo Philippe y como sabes soy policía.
-Encantada, mi nombre es Violeta y trabajo en una cadena de montaje, en la planta industrial que está al oeste del Mar de la Tranquilidad.
Al escuchar Philippe ese nombre, recordó la conversación que había
tenido ese mismo día con uno de los hombres de la policía política sobre aquélla zona. Sabía lo de la huelga y supuso que Violeta podía formar parte de la posible revuelta. Después de reflexionar durante unos segundos, resolvió no comentar nada y charlar sobre cualquier cosa y olvidar por un momento lo que era. Ni siquiera intentó
investigar, teniendo delante de sus propias narices a uno de los elementos rebeldes. La chica parecía inofensiva, pero no dudaba de su entereza y de que podía ser, hasta dado el caso, implacable. No había que infravalorarla, ni tampoco a sus compañeros.
Pasaron la noche de local en local charlando, hablando cada uno de sus vidas y el motivo que les había hecho llegar allí. Y quedaron para salir otra vez.
Cuando Violeta llegó a su casa pensó que se había divertido mucho y estaba excitada, se sentía llena. Philippe le había dado sus datos para poderlo localizar y Violeta había hecho lo mismo con él. Para ser policía era una persona bastante sensible a pesar de su caparazón y de su tosquedad que cubrían como apariencia una cierta vulnerabilidad. Le
recordaba a Sigfrido, el guerrero que tenía todo su cuerpo bañado por la sangre del dragón, la cual lo hacía invulnerable excepto en una zona de la espalda al caer una hoja de tilo sobre ella. Le parecía
como ese héroe de la mitología germana fuerte y débil a la vez y esa mezcla le gustaba.

Capítulo V

Al día siguiente, después de desayunar, fue a ver a Charles y le contó la experiencia que había tenido la noche anterior.
-Violeta, es increíble. Estamos a punto de hacer una huelga y tú no tienes nada mejor que hacer que irte de copas con un policía. De verdad, no me lo puedo creer.
-Charles, no hablamos de nada que nos pudiese comprometer. Además parece una persona de confianza, yo diría que honrada.
-Sí. Y además dime que nos ayudaría dado el caso.
-Pues mira, no lo se, pero no es como los otros, demostró tener
humanidad. No le gusta su trabajo y es sensible.
-Te has enamorado.
-Yo...Bueno, reconozco que me gusta hasta ahora, pero no me he dejado
cegar. Él sabía seguro lo de la huelga, sin embargo no me interrogó.
Estuvimos hablando de nosotros.
-Violeta, Violeta...
-No he hecho nada que perjudique a nuestra causa.
-Menos mal que ya ha pasado.- Suspiró profundamente Charles.- En fin, confío en tu sensatez y en que ha sido un lapsus.
-Nos hemos intercambiado los datos personales. Puede que me llame.
-Ya le verás cuando carguen contra nosotros.
-Charles, a veces eres muy cerrado. Sé que es policía pero...
-Violeta se que no puedo prohibirte nada, pero se prudente. Quizás sea verdad lo que dices, que sea un buen tipo, pero no olvides nunca lo que es ni lo que eres tú.
-No se me olvida, Charles. y te voy a decir algo, todavía no sabemos las dimensiones que la huelga puede llegar a tener. Recuerda tú
también lo que eres y lo que son las demás personas. No se a quien demonios se le ocurrió llamar a un sitio como éste, Mar de la Tranquilidad.
-Seguro que fue alguien que supuso que la tranquilidad sólo podía hallarse aquí, en un lugar desolado, en el que es imposible vivir y que ignoraba sin duda el significado de esa palabra.

Capítulo VI

Faltaban cuarenta y ocho horas exactamente para comenzar a parar la producción. Tristán, Charles y Violeta estaban citados en un restaurante japonés. El motivo por el que estaban allí, no era su debilidad por el pescado crudo u otras delicias de la comida japonesa.
Hassan por sorpresa y sin previo aviso había sido trasladado de la planta de producción a trabajar en el "Fuji Yama", un lugar
tradicionalmente llevado por colonos donde podían entrar los sujetos catalogados como X. Él era la única persona con esa denominación trabajando en aquel lugar. Al parecer todo había ocurrido muy deprisa,
hacía tres días le habían llamado los jefes para comunicarle su traslado y le habían dado como motivo su buen comportamiento y los grandes progresos que había hecho y su próximo retorno a la metrópolis. Todo esto había alarmado a Hassan que veía razone mucho más profundas y ocultas en todo lo ocurrido.
Así que, con mucho cuidado, le encargó a Ricardo que se lo comunicara al resto de los compañeros para que supieran la situación en la que se encontraba.
Violeta, Tristán y Charles tomaron una mesa. Enseguida se acercó Hassan nada más verles y al ponerles los cubiertos, dejó un papel
esccrito, envuelto en una de las servilletas. No cruzaron ni media palabra. La cosa parecía seria.
Charles tomó el papel y lo leyó, a penas eran más de cinco líneas.
Luego se lo guardó dicretamente  en el bolsillo y cuando se fue el camarero que vino a tomar nota del menú, les habló a Violeta y a Tristán sobre el contenido de la nota que Hassan les había entregado.
-Está muy asustado.- Dijo Charles.- Es una clara maniobra de que quieren hundirnos. Lo que más nervioso le pone, es que sin haberle
hablado nadie claramente de nada, le trasladen a otro puesto, le den una palmadita en el hombro y quieran quitarlo de en medio, prometiéndole la vuelta, tan deseada por todos los que viven aquí, a La Tierra.
-Esto está tomando un cariz que no me gusta. Al final van a mandarnos a todos al planeta para evitar la revolución. No me parece mala idea.-
Dijo Tristán con un cinismo lleno de ironía.- Me gusta: no hagan la huelga, los mandamos a todos a La Tierra y les trataremos como seres humanos. Se restablecerá la libertad de expresión y usted podrá criticar todo lo que quiera y hablar de todos esos filósofos subversivos.
-Y las personas que tienen o han sufrido alguna enfermedad de tipo mental, no serán discriminadas y se tratarán con respeto y
debidamente.- Continuó Violeta.
-Y se buscará otro tipo de soluciones, no ya para reinsertar a los presos no polítcos en la sociedad, sino para crear una que no actúe como caldo de cultivo que propicie actos delictivos.
-Sí.- Dijo Violeta.- Quieren acabar con nosotros antes de que todo haya empezado. Se están dando prisa.
-Nosotros llegaremos primero.- Respondió Charles.
Y dicho esto, se dispusieron a disfrutar de una cena, compuesta por platos virtuales: gambas que no eran gambas pero que tenían su sabor, su aspecto, su textura y su aroma, algas que tampoco lo eran, y así sucesivamente. Todo era comida de laboratorio, pero eso sí, con mucha
imaginación y un gran sentido de la estética.

Capítulo VII

El día que ameneció era el ocho de septiembre de 2047 según el calendario terrestre. Violeta se levantó a las seis de la mañana para dirigirse a la planta. Era el día D. Se duchó, deseayunó y se colocó el mono que utilizaba para ir a trabajar. A las siete menos cuarto salió de su apartamento y comprobó que todo era normal en el exterior.
Cuando llegó a su destino le chocó algo ver que todo estaba como siempre, sin ningún matiz especial. Se identificó poniendo la tarjeta en el controlador que había a la entrada y siguió el camino de costumbre. Todos los trabajadores llevaba puesto el traje de faena, pero no iba a hacerles falta, ese día no trabajarían.
Con la mirada buscó a Charles, Tristán, Ricardo y a Leonardo. Habían quedado citados para organizarlo todo.
-Ah! Charles, estás aquí.- Dijo Violeta algo sobresaltada.- No te encontraba.
-Has llegado con cinco minutos de adelanto. Habíamos quedado a las siete en punto.
-Mi reloj marca las siete y cinco. Ha sido un fallo técnico.
-Bueno, allí vienen los demás.
-Hola, ¿Que tal?- Dijo Tristán saludando a sus compañeros.- ¿Todo está listo?
- Sí.- Respondió Charles.- Ya sabéis, no hay que utilizar la violencia para nada, en ningún caso. Nuestro modo de acción es pacífico pero no pasivo. No nos ensuciaremos las manos. La producción se parará dentro
de unos segundos cuando suene la sirena. Todo está bajo control. Cada uno a su puesto. Conduciréis a los demás compañeros a la entrada y allí nos encontraremos.
Y en ese momento sonó la sirena. Charles, Violeta, Tristán, Ricardo y Leonardo se dirigieron a sus secciones y al cabo de veinte minutos un hormiguero humano fue concentrándose en la entrada de la planta.
Los capataces no habían sido advertidos por las fuerzas de la seguridad de una posible huelga, así que no entendían qué era lo que
estaba pasando. Estaban tan absortos y todo ocurría tan rápido que no fueron capaces de reaccionar. Uno de ellos se dirigió a Violeta cuando la vio retirarse con los demás compañeros para preguntarle que
ocurría, pero no obtuvo respuesta. Sólo el silencio y el aplomo de ella y del resto de sus compañeros.
Inmediatamente reaccionó y llamó a las fuerzas de seguridad. Enseguida llegó un agente y le dijo que ignoraba lo que pasaba pero que fuese lo que fuese ellos estaban allí y no había por qué preocuparse.

Capítulo VIII

En realidad nadie parecía saber nada, los agentes que vigilaban la planta ignoraban qué hacer, eran meras marionetas dentro de la jerarquía piramidal que gobernaba aquel satélite y por supuesto la planta donde se había iniciado la huelga. Se limitaron a aparentar una cierta calma y a intentar averiguar que era lo que estaba pasando.
Había que ser tonto para no darse cuenta, pero la posibilidad era tan inverosímil que a nadie se le había ocurrido planteársela.
Uno de ellos llamó al inspector jefe de la zona para informarlo de lo ocurrido y para al mismo tiempo informarse él y poderlo comunicar al resto de sus compañeros y a los responsables de la planta.
-¡Malditos hijos de puta! Lo han hecho y bien, muy bien. Hasta conocían nuestros planes.
-Yo diría.- Respondió Ronaldo, uno de los jefes de la policía política, el mismo que había estado hablando con Philippe Doyle
aquella mañana en el restaurante.- Que nos la han jugado, pero ¿Quién iba a saber el día exacto? La verdad es que han mentido como cosacos.
Conocían a nuestro hombre.
-Deberíamos haber introducido a más agentes. Pero no hay por qué alarmarse. Son una pandilla de inútiles. Además ¿Qué pretenden? ¿Una revolución? Las revoluciones pasaron a la Historia. Ya tenemos nuestra propia revolución y funciona bien.
-¿Qué hacemos?.- Preguntó su interlocutor.
-Reclute a varios de sus hombre y localice a algunos de sus otros colegas, ya me entiende, de los que no pertenezcan a la policía política. Sea prudente, no quiero nervios, ni balas sueltas por el aire. Dialoge, esto podría levantar ampollas. Este lugar es extraño y la gente que vive aquí no está para bromas, me refiero a los colonos.
Es una situación muy comprometida. Ya sabe, ni una gota de sangre.

Capítulo IX

Eran las ocho y media, hora terrestre y Violeta, Tristán, Leonardo, Ricardo y Charles se encontraban en primera línea de la concentración que se había producido a la entrada de la planta junto a sus compañeros.
Nadie hablaba, todo era silencio. Permanecían de pie esperando a que alguien llegara y les dijera algo en el mejor de los casos o lo intimidaran con otros medios menos sutiles y agradables. Estaban preparados para todo y esperaban cualquier cosa pero sabían lo hacían y no actuaban a la ligera. Aunque el factor sorpresa tampco lo habían dejado a un lado.
Mientras tanto el sargento Ronaldo no hacía más quedar órdenes reuniendo a un reducido número de hombres para hacer la cosa más
discreta y se puso en contacto, como el inspector le había dicho, con la otra policía. Como un relámpago le vino a la cabeza el nombre de Philippe. Lo consideraba el hombre perfecto para actuar en una
situación como aquélla.
Duro, impasible y dotado de un gran valor. Lo llamó.
-Philippe, soy yo, Enrique Ronaldo¿A qué no sabes lo que ha pasado?
-No. Dímelo tú.
-La huelga. ha empezado esta mañana.He estado hablando con el inspector y te necesito. A ti y a algunos de tus hombres. ¿Qué te pasa
? ¿No dices nada?
-Dime el lugar y la hora.
-De verdad que estás en La Luna, como se suele decir y ciertamente estás en ella. Philippe,¿No te acuerdas de nuestra conversación días atrás en el restaurante? La planta industrial del Mar de la
Tranquilidad. La huelga ha empezado esta mañana sin saberlo nadie y todos los trabajadores están en la entrad concentrados. El jefe me ha dicho que hay que estar templados y que no derramemos ni una gota de sangre.
-Estaré allí con algunos hombres dentro de veinte minutos.
-Te espero.
Y Philippe colgó. Todo aquello le dejó como indolente y al mismo tiempo con una sensación de desagrado por esa indolencia. Parecía  que estaba obligado a tener algunos sentimientos, bien de ira o por el contrario de alegría, pero no poseía ninguno de los dos. Sólo le venía a la memoria la imagen de aquélla chica que conoció, "Violeta se
llamaba". Se decía él. "Tal vez esté allí". Y eso le hizo estremecerse. Y por primera vez en su vida no pudo controlar los nervios, él, el tipo duro e impasible.

Capítulo X

Eran las nueve de la mañana, según el horario terrestre por el que se regían en la colonia, horario acorde con el de Londres, por donde cruza el famosos meridiano y el silencio que imperaba en la entrada de
la planta pareció difuminarse poco a poco entre los murmullos que actuaban como un silbido de huracán cuando vieron como se acercaban diez o nueve automóviles.
Todos reconocieron enseguida que eran coches de policía, los cuales frenaron formando un círculo alrededor de la concentración. De uno de ellos, el primero según el orden en que fueron llegando, salió el sargento escoltado por varios hombres. Los demás permanecían dentro de los automóviles alertas a la sucesión de los acontecimientos y a las órdenes de su jefe. Philippe también salió para prestar ayuda a Ronaldo y la primera impresión en su retina cuando miró hacia la entrada de la planta fue la de inmensa masa de gente. No veía individuos sino un conglomerado humano, pero esa impresión desapareció cuando distinguió entre la multitud a aquélla chica que había conocido y entonces ya no vio una masa sino personas únicas e insustituibles con una identidad propia y eso hizo que algo se le removiera en el estómago, era como una sensación de vértigo o de mareo. Ciertamente no se encontraba muy bien.
El sargento Ronaldo provisto de un aparato para aumentar el volumen de su voz comenzó a hablar a los obreros.
-Buenos días, me llamo Enrique Ronaldo y soy sargento de la policía ¿Alguien puede darme una explicación de lo que significa esto?
Charles que también estaba provisto de otro aparato sin moverse de su sitio respondió al policía.
-Usted sabe lo que significa.- Dijo.- Y se calló.
Ronaldo se volvió a Philippe y farfulló en voz baja:"Ya me están inflando las pelotas estos tipos. Pero no hay que perder el control."
-¿Eres tú el jefe de todo esto?- Le preguntó nuevamente Ronaldo intentando mantener la calma.
-Aquí no hay jefes.-Respondió Charles.
Ronaldo se volvió otra vez hacia Philippe: "Esto va a acabar a tortas o estaremos hablando hasta mañana. Dialogaremos, al fin y al cabo el jefe me ha dicho que tenga tacto. Aunque si fuera por mí yo sabría
resolver todo esto de una manera más rápida y contundente."
-Bien.- Habló nuevamente Ronaldo a los huelguistas.- Como no tenéis jefes, me gustaría que alguien fuera el portavoz. Quiero hablar, quiero que hablemos como gente civilizada.
-Puedes hablar a todos los que estamos aquí.-Dijo Charles.- Y te contestaremos.
-Bueno, pues a todos los que estáis ahí.¿Por qué estáis parados en la entrada de la planta en vez de estar dentro trabajando?
-Queremos justicia.- Respondió Violeta tomando el megáfono que tenía Charles.- Esto es una huelga y vosotros lo sabéis.
-¿De qué justicia habláis?-Inquirió Ronaldo.
-De la que no existe.- Dijo Tristán con un tono de gravedad.
Ronaldo, visiblemente irritado, tomó el aparato.
-¿Podemos ir al grano de una vez?¡Ya está bien de tantos rodeos!¡Decíd lo que queréis!
Philippe observó que Ronaldo estaba empezando a perder el control y
eso podía resultar peligroso, a pesar de las indicaciones que había recibido de su superior de mantener la calma. Desde luego, pensó Philippe, era un hombre rudimentario y no muy sutil, lo cual implicaba que quería entrar en acción lo antes posible, de ahí su estado de irritación.
-Lo que queremos.-dijo Charles, tomando la palabra.- Es lo imposible, lo que no existe en ninguna parte, por ahora, "utopía"¿Sabe lo que significa esa palabra? Eso, precisamente.
Después de aquello el silencio era tan denso como el hielo. Los nervios de Ronaldo comenzaron a saltarle en las sienes  Philippe se quedó absorto y algo confuso. Fue él el que tomó el turno en aquel
diálogo por primera vez.
-Creo entender algo, pero¿Podríais ser más explícitos?
-¿Más?.-Respondió Tristán.- "Utopía" es una palabra que procede del griego y que se puede traducir por "ninguna parte" o "ningún lugar". A lo largo de toda la Historia el hombre ha perseguido ideales, ha creado sueños, teorías, pensamientos y ha buscado la Utopía, un lugar amable con una sociedad y un sistema de gobierno justos. En la
Historia de la Filosofía tenemos muchos ejemplos, desde Platón hasta Rousseau o las ideologías anarquistas o las revoluciones marxistas, por citar algunas. Todos ha perseguido el bienestar del hombre, la paz, la igualdad, la libertad, la justicia. Todas han tratado de hacer un mundo mejor del que tenemos, pero nunca se ha conseguido, de ahí
las palabras de Charles,"Lo imposible", "Utopía". En ninguna parte.
-¿Y pretenden conseguirlo cuando nadie lo ha hecho?- Preguntó Philippe.
-¿Y por qué no?.-Dijo Violeta.
-Sí es imposible...
-No existe nada imposible,-Respondió Tristán.- Ya hemos llegado al límite, las cosas tienen que cambiar. Nosotros debemos hacerlo. Debe
ser un cambio desde dentro hacia fuera. La gente lo necesita, todos lo necesitamos, incluido usted.
-Creí que todo era política. Entendí que querían una revolución.-Dijo Philippe.
-Y lo es.- Respondió Tristán.- Es una cuestión política, ciudadana y humana. Por si no lo sabía, la política procede de otra palabra griega: "polis", que significa ciudad y los "políticos" eran un tiempo
remoto en Grecia todos los ciudadanos. Lea a Platón, se lo recomiendo.
Él tiene toda una teoría sobre el tema.
-Déjame a mí, Philippe.- Dijo Ronaldo.- Yo se lo que quieren y se lo voy a dar.
-Pero ¿Qué vas a hacer? Vas a empeorar las cosas, además no tienes autorización.
Las intenciones de Ronaldo eran: primero, la de dar orden de disolver la concentracción y en segundo lugar, cargar contra ellos si oponían resistencia. Y fuee en ese justo momento, ante la sorpresa de todos cuando los huelguistas comenzaron a caminar extendiéndose como una alfombra deslizante hacia el centro de la ciudad artificial.
-¡Alto!.-Dijo el sargento.- He dicho: ¡Alto!.- E hizo un disparo al aire.
-¿Es que estás loco? Vas a matar a alguien, además son mucha gente  y podía haberse producido una avalancha muy peligrosa para todos.
Ronaldo un poco más calmado recuperó el poco sentido común que tenía y se limitó a mirar el grupo rebelde. Luego miró a su compañero.
-Bien, ya estoy tranquilo.Ya estoy templado, pero es que no entiendo cómo vamos a para esto. ¿Los dejamos ir así por las buenas? Me parece incompetencia por nuestra parte.
-No es incompentencia. Creo que no podemos hacer nada.
-¿Qué?- Dijo Ronaldo escandalizado.
-No llevan armas, no han utilizado la violencia, ni creo que vayan a hacerlo. No podemos sino observar y esperar. Además... -Y Philippe se quedó en suspenso sin terminar la frase.
-Además¿Qué?
-Nada. Sigámosles.

Capítulo XI

Habían transcurrido casi ocho horas desde que comenzó la huelga. En este breve y a la vez largo lapso de tiempo, la concentración se había conglomerado justo en el lugar más transitado y habitado de la colonia. Era como una plaza rodeada de restaurantes, salas de cine, clubes, complejos comerciales, lagos y jardines. Ellos permanecían de pie, o bien sentados vencidos por el cansancio y daban hojas de papel
donde expresaban libremente lo que querían y donde hacían todo tipo de denuncias. Algunos colonos que caminaban por allí se detenían con gran curiosidad y había otros que pasaban de largo, pero era mayor el
número de los que prestaban atención a lo que allí sucedía. Muchos sonreían al leer los textos y otros muchos hablaban con ellos. Estaban despertando simpatía y eso alarmaba la inspèctor y naturalmente a
Ronaldo que veía casi con miedo a Philippe hablar con el enemigo, sobre todo cuando el enemigo, en este caso, era una mujer. El sargento ignoraba que Violeta y él se conociesen, pero intuía algo, aunque su
intuición fuese muy limitada.
De pronto, con un gran despliegue policial, llegó el inspecto jefe de la zona. Había estado reunido con Ronaldo y algunos hombres para intentar dar una solución al problema y habían acordado que su presencia en el lugar de los hechos bajaría las defensas de los
oponentes.
El gobernador de la colonia estaba al tanto de todo y había insistido en utilizar como armas solamente el diálogo. Era de la misma opinión que el inspector. Por otro lado había comunicado que la huelga debía
quedarse en una simple anécdota, no sólo en el sentido textual de la palabra, sino que no debería trascender más allá de las fronteras del satélite, es decir, que nadie en La Tierra sabía ni debería saber jamás nada más del asunto. Era un problema que se debía resolver allí y en secreto. Aunque no era nada fácil, dada la situación.
-¿Y bien, Ronaldo?
-Señor, tengo un terrible dolor de cabeza. No veo la solución. A no ser que ... Usted ya me entiende.
-Sí, le entiendo, pero no me sirve. Habíamos quedado en que yo hablaría con ellos.
-Adelante.- Dijo Ronaldo con sarcasmo.- Verá lo que consigue.
-¡Atención! ¡Atención! Les habla el inspector jefe de la zona del Mar de la Tranquilidad, Boris Karamazov. El gobernador quiere que negociemos.
Charles en ese momento tomó su aparato y se dirigió a él.
-¿Qué quieren negociar?.- Respondió Charles.
-La subida salarial y unas vacaciones más prolongada que les permita volver transitoriamente a sus hogares. Más libertad. ¿No es eso lo que quieren?
-No.- Respondió Charles.- No queremos eso.
-¿Qué es lo que quieren entonces?
-¿Ha leído nuestro comunicado?.- Dijo Charles.
-No me venga con esas.- Dijo el inspector.- Sabe que es imposible.
En ese momento intervino Tristán.
-Nada es imposible, sólo los necios se conforman. Mire un poco a su alrededor. ¿Cree que es imposible la libertad de expresión, la paz, conseguir que todo el mundo tenga al menos cubiertas las necesidades más primarias del ser humano? Es usted un pobre hombre, me da pena.
Cree que todo está bien, no tiene sentido de la justicia. Quizás si pasara hambre o sufriera alguna iniquidad cambiaría su forma de pensar, pero lo tiene todo y no le importan los demás.
Karamazov agachó la cabeza y luego la móvió ligeramente de un lado a otro. Había sido un golpe bajo, sobre todo tiendo en cuenta el gran número de persnas que había en la plaza cuando fue humillado por Tristán. Podía haberle dado un puñetazo, pero se contuvo y permaneció callado. Transcurridos unos minutos, el inspector tomó de nuevo la
palabra.
-Bien, pueden quedarse ahí sentados. Ya saben cual es la oferta. Sólo puedo ofrecerles eso, si quieren otra cosa, es asunto suyo. No tengo nada más que decir.
-No vamos a cambiar de parecer. Puede decírselo al gobernador y eso sí creo que es asunto de ustedes.- Dijo Charles con algo de ironía.
El inspector volvió la vista hacia Ronaldo y le indicó que permanecieran allí tal y como lo había hecho y que lo llamara si ocurría alguna novedad. él, dijo, iba a hablar con el gobernador.

Capítulo XII

Eran las seis de la madrugada cuando después de vaciar media botella de coñac, el gobernador y Karamazov habían quedado rendidos tras una larga conversación.
En la plaza donde estasban concentrados Violeta y todos sus compañeros habían sucedido cosas. Ya no eran un millar de X los que se manifestaban y pedían lo imposible, sino que un numeroso grupo de
colonos se habían unido a ellos y no cesaban de acudir gente para curiosear y hablar. Dentro de poco, de seguir así, toda la colonia los seguiría y todos estaban contentos, contagiados de una alegria,
seguros de que algo pasaría, casi ciertos de que no iban a poder hacer nada con ellos. Violeta se acordó de Hassan, él lo había entrevisto, la revolución no era sólo de ellos, los problemas eran comunes a todos
y a medida que pasaba el tiempo no era extraño ver como inccluso hasta psiquiatras como Hiro o gente con otra profesión como científicos se mostraban cómplices con la rebelión allí iniciada.
Philippe no había cesado de hablar con Violeta, Charles y Tristán y cada vez estaba más convencido. Él fue el primer miembro de las fuerzas de seguridad que se estaba, se había contagiado ya, de la ilusión y los sueños por los que se luchaba y sin darse a penas cuenta.
Fue Violeta la que le hizo tomar conciencia de lo que estaba ocurrriendo dentro de él.
-Crees en nuestra causa.- Le dijo.
Él algo aturdido, la miró y movido por una irresistible atracción la besó.
Luego, con voz dulce y grave le dijo:
-No sólo creo en vuestra causa sino que también creo que te quiero.
Esta vez le besó Violeta y le dijo que ella sentía lo mismo por él.
Mientras tanto Ronaldo estaba tomándose pastillas de todo tipo y fumando como un descosido. Necesitaba calmarse. Afortudamene no vio a Philippe, dejó de perderle la pista hacía tiempo, de no ser así le hubiese cogido por el cuello, preso de un ataque de nervios.
En el despacho del gobernador no se había tomado ninguna decisión.
Boris y él habían estado hablando y no llegaron a ninguna conclusión satisfactoria. Ronaldo les había tenido informados y ya enpezaban a notarse signos de angustia. Por un lado en el satélite había demasiada gente ya implicada, el medio millar de colonos sin tener en cuenta el millar inicial con el cual comenzó la huelga y previsiblemente de
seguir así y él lo sabía el número se iba a incrementar aún más. Por otro lado no podían hacer nada, la acción violenta le causaba
desagrado y la vía del diálogo resultaba un fracaso. ¿Qué hacer? Esa era la pregunta que se había estado haciendo todo el día. Pensó que lo mejor sería dormir un poco y que descansando podría pensar con más lucidez.

Capítulo XIII

Eran las doce de la mañana del nuevo día y dos millares y medio de personas se mantenían concetrados en la plaza, aunque muchos habían comenzado a moverse porque ya no cabían dentro de ella y se habían colocado por algunas de las calles radiales trazadas a partir del círculo que formaba.
Mientras tanto el gobernador seguía durmiendo. Un sirviente le despertó.
Después de asearse y desayunar, meditó, estando debidamente informado de todo, la decisión que había tomado. Luego ordenó que le prepara un coche y se dirigió a la plaza de La Libertad que así era como se llamaba el lugar donde se concentraban los rebeldes.
Cuando llegó, Ronaldo se extrañó de que viniera sin escolta.
Tomó un aparato para que su voz se hiciera audible a todos los que allí estaban y habló de esta manera con un tono de melancolía y
también de una extraña paz interior.
-Amigos, soy el gobernador y quiero hablaros. Mis colegas me han informado y estoy al tanto de todo. Recuerdo cuando llegué aquí. La colonia era aún joven y había poca gente que gobernar. Sólo había
científicos y algunos ciudadanos que habían llegado de La Tierra prara trabajar en algunas de las incipientes granjas que existían. Nada era como lo es ahora. Hoy todo ha crecido y es como una pequeña
metrópolis. Tenemos casas, restaurantes, mares. Todo eso estaba en construcción cuando yo llegué. El motivo por el cual me encuentro aquí siempre lo he mantenido como un secreto vergonzoso que guardar.
Yo también fue un reblede. Todos los que estamos aquí somos como una especie de desterrados a este lugar maldito, donde fuera de esta burbuja que nos protege, no existe vida y sin embargo vivimos.
Todo parece perfecto y se nos anima a venir a la colonia, pero nuestra madre es La Tierra y allí es donde todos desearíamos estar. Yo también fui un rebelde he dicho antes y por eso estoy aquí expatriado. La
historia no tiene importancia, eran motivos puramente personales pero que me comprometían conmigo mismo. Era una cuestión de ética. Me negué y aquí me tenéis, como tantos de vosotros, aunque yo no soy un
ciudadano X, me siento también así.
Sí. Disfruto de muchos privilegios, pero no dejo de ser un esclavo. Os sorprende que yo, el gobernador hable así y que puedo comprederos. Más debería sorprenderos y llenaros de alegría que me permitáis unirme a vuesta causa y que todos los que lo deseen, una vez cumplida la misión de haceros escuchar aquí en el satélite, nos dirijamos a La Tierra para dar a conocer nuestros propósitos.
Una vez termiando el discurso del gobernador los manifestantes se deshicieron en una explosión de júbilo. Gritos, palmas, saltos, todo era una expresión de la más absoluta euforia.
Charles, Violeta y Tristán junto con Leonardo y Ricardo no cabían en sí de gozo y Philippe tenía un nudo en la garganta. Al menos en La Luna habían triunfado, pues prácticamente todos los ciudadanos de la
colonia estaban de su parte. Ahora su destino era La Tierra.
Definitivamente, contradiciendo unos de los anuncios publicitarios, uno de tantos que existían para animar a la emigración, en la Luna no se vive mejor.

Olalla Cervantes




LA PRIMAVERA  YA LLEGÓ A LA CASA DE LUÍS Y ENCARNACIÓN

EL CANTAR DE LOS PÁJAROS
DESPIERAN EN MI CORAZÓN 
LA LLEGADA DE UN NUEVO DÍA
LA SINTONÍA DE UNA CANCIÓN

ANUNCIAN LA PRIMAVERA
LAPRIMAVERA YA LLEGÓ

VISTANSE LOS CAMPOS DE VERDE
MIENTRAS CASAS RELUCEN SU ESPLENDOR
ALMENDROS FLORECEN SIN TEMOR
NARANJOS Y  LIMONES DESPRENDEN SU OLOR

ANUNCIAN LA PRIMAVERA
LA PRIMAVERA YA LLEGÓ

ROSALES TIENEN ROSAS DE DIFERENTE COLOR
A LOS PIES DE UN MANZANO
Y SENTADO EN PIEDRA
Y A LA SOMBRA DE UNA HIGUERA
ROMERO Y ADELFAS
ME AROMATIZAN Y ME DANVALENTIA

ESTA ES LA CASA DE LUÍS Y ENCARNACIÓN
DONDE VIVÍ INFANCIA ADOLESCENCIA Y PARTE DE MI MADURACIÓN
ESTÁ SITUADA A LOS PIES DE UNA SIERRA
EN UN POBLADO
POR DONDE HAN PASADO
MIS TIOS  PRIMOS AMIGOS Y HERMANOS

ESTA ES LA CASA DE LUÍS Y ENCARNACIÓN
DONDE VIVIR LA PRIMAVERA ERA UN LUJO PRIVILEGIO Y TENTACION
TODOS LOS QUE PASARON POR ALLÍ SU CUERPO LO DISFRUTÓ
POR QUE FUE LUGAR DE ENCUENTRO Y REUNIÓN
PARA TODO AQUEL QUE ENTRÓ

JR.


DOLOR

 

Personas que te tachan de no cuerda por ser enferma
Enfermedades que te hacen a veces querer tirar la toalla
Toallas que se van al suelo, y luego vuelves a tenerlas en tus manos
Manos que te dan cuando menos te lo esperas
Esperas que todo el mundo sea igual y es distinta
Distinción que a veces no puedes percibir porque te encuentras mal
Y ese mal quizá es del mundo exterior al que la gente “normal” no está preparada para que tu estés en el por miedo
Miedo a lo desconocido, miedo de los ignorantes
Ignorantes que una vez se creyeron todo y ahora no son nada
La nada que se convierte en el todo
Todo lo que deberíamos saber y no sabemos ni la mitad del dolor
Dolor que solo padece quien lo sufre y no quien te juzga….
Autora: Amaia

Después de muchos años

Después de muchos años de espera, por fin te encontré

deambulando por esa soledad que también a mí me acompañaba.

Te observo, te miro a los ojos, y no me canso de hacerlo...


Me enseñas muchas cosas que mi ignorancia no me hacia ver,

gracias a ti aprendí de mis errores y mejoré mis virtudes,

gracias a ti ahora me siento más viva que nunca,

gracias a ti, me siento completa.

Te haces querer, como ese niño de cuna.

Me haces sentir amor, como Romeo siente por Julieta.

Lloro, de la emoción al saber que sientes lo mismo que yo,

Nunca las palabras podrán explicar lo que me haces ser...

Agradecida estoy, por cruzarte en mi camino,

por ser ese rallito de luz que ha pasado a ser mi sol y mi luna,,,

toda la constelación del universo que me hace tan pequeña y tan grande a la par.

Porque cuando todo está mal, tu haces que esté bien.

Porque te diría infinidades de veces las ocho letras de un TE QUIERO,

Porque nueve veces por ti vivo,

Porque diez veces por ti muero.

Pero muero de alegría,

porque te siento todos los días.

Tú me has enseñado lo que significa la palabra querer

Y si te quiero a ti es porque me quiero a mí misma...

y hasta ahora no lo sabía...

Por eso esta sabiduría

que tu me has inculcado...

me llena de alebosía 

en estas palabras que a ti te dedico.
Autora: Amaia 

 

Una vez



Una vez estaba perdida entre las tinieblas de mi soledad,

Una vez pensé que mi enfermedad no podría dejarme seguir adelante...

Una vez pensé que jamás volvería a encontrarme conmigo misma 

Conmigo misma porque este dolor que me apartaba del mundo se hacía conmigo...

Como el fénix resurgiendo de sus cenizas, abrí mi alma y quise seguir hacia delante

Entre los obscuros pasos de la tiniebla donde estaba atrapada...

Y cuando menos lo esperé apareciste tú.... oh! divino pensamiento que hizo de mi delirio una realidad...

Estabilizarme para poder contar lo que ahora os relato.

Y nunca pierdo la fé porque la fé me encontró...

O quizá sin darme cuenta la recuperé?

Igual creí en mi misma, cosa que jamás había hecho porque cuando me miraba al espejo veía una distorsión irreal;

que; no me dejaba avanzar.

Pero ahora sé que la esperanza es lo último que se pierde,

Pero ahora se que hay personas que creen en mí aunque algún día les fallé,

Pero ahora se que la vida es lo más bonito que me ha podido suceder, y más a tu lado,

cordura...

Esa cordura que pensé que jamás encontraría y me acompañaría en mi camino,

Un camino lleno de espinas y estrecho pero que ahora sé como caminar por él.

Y, aunque me siga pinchando nunca me derrumbaré...

Porque sigo pensando que la vida es lo mejor que me ha podido pasar;

Y más .... a tu lado.

Autora: Amaia


 ROSAS ROJAS


Cuando era niña lloraba a escondidas en la habitación

vivía en una burbuja,

me aislaba como una pompa de jabón.

En la adolescencia todo fue peor

empezaron a medicarme, pensaba que estaba loca.

Después llegaron las crisis.

Me ingresaban como en una cárcel con cuatro paredes

pero tenía el abrazo de mi madre.

Ella me regalaba rosas rojas

ella me llevaba al cielo infinito.

Con ella caminaba

y ella fue mi cura.

El amor de una madre

lo más hermoso de la vida.

Le doy gracias por haber sobrevivido,

aunque haya sufrido mucho.

Mi vida ahora tiene muchos matices de colores,

como el arco iris, como la lluvia.

Le doy las gracias a mi familia

porque ellos son los que han estado a mi lado.

Mi madre tiene una sonrisa de fresa,

con su abrazo me transporta a las estrellas.

Mi padre es dulce como la miel,

me abraza y me consuela.

Tengo siete hermanas que son siete soles

¿qué  más puedo pedirle a la vida?

Tengo el mundo en mis manos para exprimirlo,

aunque a veces se me derrumbe.

Remonto como las águilas y saco fuerzas bajo tierra.

Me gusta bailar,

ver el amanecer,

mojarme bajo la lluvia.

Quiero cantarle a la vida una canción.

Pido un deseo: ser feliz siempre con los que me quieren

volar muy alto y verlo todo de color de rosa.

Porque las lágrimas se evaporan en el aire.

Así que siempre lucharé por ser mejor

por quererme, por aceptarme como persona

Gritarle al mundo que soy completamente feliz.

Que la lluvia me purifique el alma

que el sol me lleve a un sitio al que llaman cielo

que la luna me cante al oído sus nanas.

Hermoso mundo y a veces amargo
Gracias a la vida por resurgir de mis cenizas.

  (LUNA)
Poesía premiada con la Mención de Honor en el VII Concurso de Poesía Costa del Sol en 2012.

A continuación os dejamos un poema elaborado por otra de las usuarias que sintetiza muy bien las sensaciones que ella experimentó durante esta fiesta: 

Rosa blanca




Rosa blanca hecha con mis manos

rosa blanca emocionada por Carmen

agua clara en sus ojos

fotogenia expresión en su sonrisa.


Cante de arte flamenco

Don José arranca el veneno

de su gitanerío.


Poco alimento para aflorar los sentimientos

resurgimiento de armonía de todos

usuarios, terapeutas, enfermeros, auxiliares.


Movimiento sutil de mis manos al bailar

adelante la novicia para desafiar

muchedumbre no mucha, mucho mejor.


Quedó resquicio, resaca del día

y disfrutamos con la tecnología

de las fotos que nuestra feria nos dejó.


Recobramos la sustancia de un verano que se termina

y de una nostalgia que nos ilumina,

como los carteles que elegimos como mejor

y de gran color.
 


No hay comentarios:

Publicar un comentario